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sábado, 12 de mayo de 2018


PROFESOR CANSADO



Cuentan de un profesor que teniendo camino andado, sintióse de pronto viejo y cansado; 
pues esa innata ingratitud de los estudiantes que por su aula pasan, 
había llenado el recipiente de la nostalgia y de la tristeza; 
cuando más fuerte se creía, más solo se veía; 
voces lejanas a veces su labor reconocían, otras ni a eso se atrevían; 
los ruidos encerrados de su viejo salón, de momento gratos recuerdos le traían; 
sin embargo, el sonido del silencio las más de las veces lo vencía.
Grandes obras haber construido creía, 
pues seguro estaba del valor del conocimiento que impartía, 
no importaban los malos ratos, ni los bajos salarios que percibía, 
ya que por encima de ello estaba la satisfacción que sentía; 
pero, el mundo en que vivía reclamos le hacia, cosas vanas le exigía: 
que comida y techo diarios, vestido y servicios periódicos había que pagar, entre otros muchos eventuales que con su exigua paga hacía; 
de donde sacar para cubrir todo lo que la vida exigía, 
solo Dios lo sabría, pero el cansado se sentía, 
pues de que servían la entrega y el esfuerzo que hacía, 
adonde esto lo llevaría. 
¿Quienes más responsabilidades que educar tenían, 
que mayor sueldo percibían, injusto le parecía; 
pero él, con su nostalgia se mecía a la vez que en voz baja decía: 
Al menos yo contribuyo y dejo algo para tratar de mejorar este mundo día a día.

Mario Urcelay S.
Octubre/2001.

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