Buen día a ellos y a
Ellas, hoy El Imparcial publica una nota del Grupo Reforma y porque se me hace
de lo más preocupante, me atrevo a compartirla y a comentarla con Uds. Pues no
solo algo, sino mucho estamos haciendo mal:
“Entre
2014 y 2018 México cayó 10 lugares en el Índice de Competitividad Mundial
elaborado por el IMD, siendo las principales debilidades la infraestructura,
educación y concentración de las exportaciones.
Entre 63 países que incluye la medición, en 2014 el País ocupaba la posición número 41 y en el índice de este año pasó al lugar 51.
El IMD evalúa cuatro grandes rubros para medir la competitividad: Desempeño económico, eficiencia de Gobierno, eficiencia de los negocios e infraestructura.
En desempeño económico, México cayó del lugar 30 al 35 entre 2017 y 2018. Al interior de este concepto, mejoró en atracción de inversión internacional, al pasar del lugar 24 al 20, y en finanzas públicas al subir del 43 al 37, así como en política fiscal del 33 al 30.
Sin embargo bajó por fortaleza de la economía interna (36 al 40) y por nivel de precios (17 al 26).”
Entre 63 países que incluye la medición, en 2014 el País ocupaba la posición número 41 y en el índice de este año pasó al lugar 51.
El IMD evalúa cuatro grandes rubros para medir la competitividad: Desempeño económico, eficiencia de Gobierno, eficiencia de los negocios e infraestructura.
En desempeño económico, México cayó del lugar 30 al 35 entre 2017 y 2018. Al interior de este concepto, mejoró en atracción de inversión internacional, al pasar del lugar 24 al 20, y en finanzas públicas al subir del 43 al 37, así como en política fiscal del 33 al 30.
Sin embargo bajó por fortaleza de la economía interna (36 al 40) y por nivel de precios (17 al 26).”
Los que tenemos
relación con la educación nos damos cuenta de la dificultad de formar, en mi
caso, a los estudiantes universitarios por su apatía y desgano, por supuesto
que se aplica la regla de la excepción; pero en general encontramos a muchos
“estudiantes” que solo asisten pensando en el papel que les darán si terminan
sus estudios o porque son obligados por sus paterfamilias, creen que esto les
será suficiente para obtener trabajo de calidad y sobre todo de alta
remuneración. Ahora bien, si revisamos las ofertas de empleo observaremos los
sueldos tan bajos que operan en muchas ofertas; cabe aclarar que opciones de
empleo si las hay, solo basta revisar a nuestros periódicos locales y los
sitios que ofrecen empleo a nivel nacional para darnos cuenta de que si es
posible colocarse en alguno de ellos; entonces, ¿dónde está el problema? Básicamente
en lo que menciona este artículo que está originado en el informe que
proporciona el International
Institute for Management Development, o IMD; es decir, en la falta de calidad para
competir.
Muchas de las
organizaciones están en busca de candidatos que cuenten con un perfil acorde a
las necesidades donde tienen necesidad de personal, solo que requieren que
estén formados con ciertos rangos de calidad y sobre todo de una actitud que
demuestre su grado de compromiso y que por su propia juventud tengan la fuerza
de dar el “extra” que todo iniciante debe demostrar, a sabiendas que en el
comienzo de su relación contractual siempre serán explotados al máximo posible,
pero esa es una regla no escrita que todo negocio aplica y que cambia conforme
se va adquiriendo experiencia y especialización por medio de la capacitación.
La pregunta
del millón, ¿cómo hacemos para cambiar esta situación?
Nada fácil
pero si posible, ¿qué necesitamos?:
1) Instituciones con programas
educativos que estén acordes a las necesidades de la industria y empresas que
lideran los mercados, tanto nacionales como internacionales, no es posible que
existan planes de estudio pensando en la tradición o solo basados en temas de
textos, por cierto muchos de ellos obsoletos.
2) Docentes que combinen su experiencia
ejecutiva con una formación didáctica que les permita transmitir adecuadamente
su conocimiento. Muchas de las instituciones educativas los proporcionan gratis
(aunque hay algunas que conozco, que ni eso ofrecen o no les interesa). La
dificultad para aprovecharlas radica en el tiempo disponible o la falta de
compromiso para formarse en el “arte” de la didáctica. Algunos “profes” solo
están frente a aula por un complemento económico, que por cierto, mucha falta
hace (gracias a Dios, hay muchos casos que dan ejemplo positivo).
3) Programas de vinculación que
acerquen tanto a docentes como a estudiantes a las organizaciones para que
compartan la experiencia y necesidades que las entidades requieren, ello acorde
a su realidad operativa. Esto porque entendemos que las “escuelas”
principalmente proporcionan la teoría; sin embargo, la práctica debe procurarse
también durante la formación. Algunas universidades y bachilleres establecen
convenios para ello, esto debería ser obligatorio en toda institución de media
superior y superior.
4) Ahora bien, lo más importante
para cambiar la mentalidad del estudiante: Actitud de parte del docente, aunque
sabemos que existen casos “imposibles”, debemos reconocer que el interés y
esfuerzo de un maestro puede obrar milagros en sus alumnos/as. Todos y todas
conocemos esta ley: “lo que ves en los demás es tu reflejo”, por supuesto que
aplica la regla de la excepción.
Todos y todas entendemos que las condiciones de política
educativa poco habrán de cambiar, no importa quien esté al frente del aparato
oficial; entonces, dejaremos que todo siga desmoronándose o cada quien asumirá
el compromiso ético que le corresponde, esta es la verdadera pregunta que debemos
hacernos como paterfamilias; autoridades medias educativas, docentes y personal
administrativo; directivos empresariales y sociedad en general… en fin, parece utópico,
¿lo será?.
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