Un momento de nostalgia y tristeza
Hola a ellos y a Ellas, deseo estén disfrutando de un fin de semana agradable.
Será la
edad, serán los tiempos; pero he advertido con mayor atención la partida de
amigos, conocidos y personas cercanas a ellos. Casi todos los días me entero
del deceso de alguien que de alguna forma tiene relación con el núcleo de parientes
y amistades; ya sea por enfermedades, por accidentes o por realidades de la
violencia que estamos sufriendo que crece y se diversifica cada vez más. Que
tristeza leer en los medios de comunicación y en muchos casos por situaciones
directas, las diversas formas de hacernos daño, de lastimarnos unos a otros; nuestro
diario vivir se está convirtiendo en un selva donde el peligro acecha en todo
momento y lugar, un mundo donde la falta de humanidad hacia nuestro prójimo se manifiesta
cada vez con mayor frecuencia. No pasa un día en que no nos enteremos del abuso
de autoridad o de poder de unos hacia otros, normalmente contra los que menos
tienen o que menos pueden defenderse; del robo descarado por una ambición
desmedida y una codicia exacerbada que hace arrebatarles a otros para acumular
riquezas ingastables en una vida, simplemente por el deseo de atesorar sin
compartir y sin beneficiar a los más necesitados; también constatamos de muchas
y variadas formas las ansias de poder para subyugar y lastimar, buscando
aprovecharse de los demás en beneficio personal y/o de unos pocos.
La pregunta
obligada ante esto es: ¿Ya olvidamos que somos simples mortales,
que en algún momento moriremos y que dejaremos esta vida como vinimos la mundo,
sin ningún bien? Será tan complicado aceptar que de alguna forma se
cumple la premisa “el que la hace la paga”. Podremos cambiar sin la necesidad de que
nos amenacen de alguna forma o de que nos infundan miedo, ya sea con creencias,
con leyes o con marginación social.
https://slideplayer.es/slide/3559782/Ana María Rabatté
Es tan
complicado comprender que el único bien duradero que habremos de legar a
nuestros seres queridos son los gratos recuerdos por las buenas acciones e
intenciones realizadas en vida; en
contrapartida a ello, tenemos los grandes y tristes ejemplos de “personajes” que
han fallecido habiendo hecho mucho daño de diversas formas a la sociedad sin
poderse llevar esas riquezas mal habidas, solo el dolor causado a otros. De que
les sirvió la fortuna y lujos producto de sus abusos, vivieron “bien” si, pero
partieron sin “sus bienes”, otros los disfrutan.
Necesitamos que
nuestros niños y jóvenes estén conscientes de que la falta de honestidad, caridad
y amor es lo que nos tiene inmersos en una crisis social, que de seguir así, lo
único que les depara son más problemas y dificultades para lograr sus metas;
deben entender que son los agentes del cambio que necesita nuestra sociedad y
que todo eso que les molesta: corrupción, abuso, deshonestidad, falta de
humanidad, entre otros, sea un recordatorio y guía en su vida para no repetir
lo malo que los viejos les estamos dejando como herencia.
Y por
supuesto, el recordatorio para no dejar de expresar a nuestros seres queridos,
familia y amigos nuestros sentimientos pues no conocemos ni el cómo ni el cuándo:
“EN VIDA HERMANO, EN VIDA”
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